Las
ciudades están llenas de personas con identidades secretas, personas que por la
mañana van de traje y corbata a trabajar y que por las noches puedes encontrar
en cualquier café escribiendo o en cualquier bar cantando sobre un escenario. Yo
mismo puedo ser una de esas personas, en realidad poca gente de mi entorno común
(salvo mis amigos) sabe que escribo. Es algo que llevo en silencio. Mi
identidad secreta.
Y la
música no es una excepción, hay músicos que por las mañanas van de corbata al
trabajo y por las noches se enfundan su camiseta de concierto para preguntarse
contigo cual es la auténtica teoría del caos. Hablo de Manuel Cuesta, sevillano
afincado en Madrid, uno de los primeros cantautores que empecé a escuchar, el
cual me recordó que por muy mal que nos vayan las cosas no todo está perdido si
sabes a lo que aferrarte, quizás beberse a tragos tu risa en la Alameda sea una
de esas cosas que nos salvan de la derrota y que Manuel canta alto al lado de
uno de los más grandes de la canción de autor, Ismael Serrano. Porque Cuesta es
un enamorado de su ciudad, esa Sevilla que huele a azahar y que no olvida nunca aunque
esté lejos, cantándole con el salvavidas bajo el asiento, consiguiendo que
hasta tú consigas echarla de menos, a fin de cuentas todos tenemos un sitio al
que regresar para ser felices.
La poesía
es una constante en sus letras, tal como demuestra “Bailando en una nube decartón”, cómo también son constantes las referencias musicales a los grandes
como Leonard Cohen y su “Chelsea Hotel” o a los que ya se fueron como Elliot Smith.
Nostalgia y agradecimiento en cada acorde.
Pero si en
algo destaca Manuel Cuesta en es componer bandas sonoras de películas que ya han sido estrenadas,
aunque estas ya tuvieran una banda sonora diferente, hablo por ejemplo de “Báilame el agua”, “Noviembre” y “El beso del arácnido”, canción esta última que tiene
mucho que ver con el concepto de identidad secreta que antes mencionábamos.
Pero
Manuel también tiene un lado solidario, siempre ayudando a los más
desfavorecidos, es un habitual de conciertos y festivales benéficos, incluso estas
navidades estrenó un villancico “Hay una luz” que se puede comprar en formato digital en distintas plataformas y cuyos beneficios van a parar íntegros
a una ONG y que originalmente estaba dedicado a su hija.
Así que ya
lo sabes, si piensas que a esta primavera no hay quien la entienda y tienes
ganas de desatar el aire caminando hacia la utopía, dedícale un momento a su música
o acude esta noche 7 de Febrero al Libertad8, donde se pondrá su disfraz de cantautor para
hacerte olvidar las penas.
Grande Manuel, grande, lo estamos esperando en Buenos Aires como agua de mayo,,,
ResponderEliminarSeguro que se plantea cruzar el charco pronto :-)
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